Ser Líder en el Deporte: Más que una Figura, un Equipo
El liderazgo es un concepto que suele estar rodeado de idealización y presión. Se espera que una sola persona posea todas las características necesarias para llevar adelante un proceso con éxito. En el plano deportivo, esta exigencia se hace aún más notoria, dado que hoy en día el resultado de un partido o una prueba es determinante. Pero, ¿qué sucede cuando un líder no cumple con todas las cualidades tabuladas? ¿Está destinado al fracaso un proceso solo porque su figura central no es omnipotente? Las visiones hacia adentro van cambiando sobre cómo conducir (de eso se trata en definitiva), pero las exigencias del entorno no.
Desde mi experiencia y de convivir en forma continua con procesos que han resultado bien y otros no tanto, donde la función del líder ha sido determinante, me atrevo a reflexionar y compartir sobre este concepto.
El liderazgo en el deporte moderno no debe recaer exclusivamente en una persona. Apostar por un equipo de trabajo con la capacidad de complementar y suplir las posibles deficiencias del líder es una estrategia clave. De esta manera, no solo se refuerzan sus fortalezas, sino que también se mitigan sus debilidades, asegurando un proceso más sólido y efectivo.
Lo esencial es que el líder tenga claro el objetivo y que, con el respaldo de su equipo, pueda ejecutar las acciones necesarias para alcanzarlo. La presencia de personas capacitadas y reflexivas dentro del grupo de trabajo facilita el proceso y fortalece la toma de decisiones.
En la actualidad, es común encontrar deportistas con objetivos bien definidos para sí mismos, pero con dificultades para integrarse en una dinámica de equipo. En décadas anteriores, este aspecto era compensado por la presencia de figuras experimentadas que influían directamente en el grupo, a veces con excesos, pero con una claridad sobre el camino a seguir.
Hoy, la realidad ha cambiado, y ser líder al frente de un grupo de personas implica desarrollar más herramientas para guiar a sus equipos hacia los objetivos deseados.
Algunas de estas habilidades blandas para un líder deportivo incluyen:
- Comunicar con claridad.
- Escuchar activamente.
- Corregir con empatía.
- Subordinar el «yo» para potenciar el «nosotros».
- Tener carácter para reflexionar y persistir ante la frustración.
Si un líder no posee todas estas habilidades, es clave que sepa apoyarse en su equipo y delegar funciones con confianza. La gestión del liderazgo efectivo no radica en la autosuficiencia, sino en la capacidad de trabajar en conjunto para potenciar el rendimiento colectivo.
En definitiva, ser líder en el deporte no es cargar con todo el peso del proceso, sino saber dirigir, delegar y potenciar las capacidades del grupo para alcanzar el éxito de manera colectiva.
Recomiendo leer sobre la Teoría de las Contingencias y diferentes modelos de abordaje.
Comentarios recientes